
Imagen captada de la TV. Los jóvenes que egresan de las Residencia Socio-Educativa les cuesta obtener un trabajo estable.
Jabil Elías Reibele egresó del Hogar de Jóvenes “Roque Sáenz Peña” (hoy, Residencia Socio-Educativa) el mismo día que cumplió la mayoría de edad. Aquella tarde se marchó apenas con lo puesto y con un bolsito en el que llevaba tres remeras, dos pares de medias y un futuro cargado de incertidumbre.
Durante mucho tiempo vivió en distintos hogares de niños. Sólo en el de Viale permaneció 14 años. Hasta que cumplió la edad y tuvo que partir.
En la calle y sin rumbo claro, hizo de todo para sobrevivir. Sin una familia que lo contenga ni apoye, se las arregló como pudo. Fue taxista, pintor, changarín, distribuidor, almacenero, preventista en bicicleta, repartidor en moto y la lista sigue…
El caso de Jabil se repitió a lo largo y ancho de la provincia durante muchos años. Los jóvenes que egresaban de las residencias salían apenas con lo puesto. No había chance: debían rebuscárselas como pudieran, y a la buena de Dios, se indicó en un informe presentado anoche en el programa “Cuestión de Fondo” (Canal 9 Litoral).
Omar Almada pasó toda su infancia y adolescencia en Hogares, hasta que cumplió la mayoría de edad. “En mi caso, pude ingresar de joven a trabajar a un Municipio. Si bien con un sueldo muy bajo, al menos tuve esa posibilidad. Sin embargo, muchos de mis compañeros no corrieron igual suerte y conseguir empleo les costó muchísimo. Sinceramente, creo que fue por el hecho de haber vivido en hogares. Mucha gente te margina, simplemente, por haber sido ‘del Hogar’. Es como cargar una mochila pesada y uno nunca sabe el por qué”, cuenta Almada.
La mochila a la que refiere Omar es un estigma para cientos de adolescentes y jóvenes por el sólo hecho de haber vivido en Hogares o Residencias.
Si bien durante años, muchas de estas instituciones buscaron la forma de ayudar a quienes egresaban para que pudieran conseguir al menos un trabajo esporádico, ello no formaba parte de una normativa ni reglamentación. Se hacía por pura voluntad del personal de los hogares y con lo que estaba al alcance. Hacía falta una ley que le diera un marco y que estableciera un programa oficial de acompañamiento para los jóvenes que culminaban su etapa en los dispositivos de cuidado.
Más de 2.500 beneficiarios
Desde hace seis años, y creado por ley, funciona en nuestro país el “Programa de acompañamiento para el egreso de jóvenes sin cuidados parentales” (PAE).
Se trata de un programa de apoyo a adolescentes y jóvenes que viven o vivieron en Hogares o residencias y donde el Estado extiende su protección social más allá de los 18 años, en pos de apoyarlos en sus proyectos de autonomía hasta los 21 años, o 25 si siguen estudiando.
La idea inicial (que luego se convertiría en ley) tuvo sus orígenes en 2004, cuando un grupo de egresados de hogares se topó con las dificultades para independizarse luego de salir de las instituciones y enfrentar solos la vida adulta. Varios años después, lograron la sanción de la Ley 27.364 que extiende la protección del Estado y permite que estén mejor preparados para la vida autónoma.
A nivel país, este programa contabilizó un total de 2.596 titulares hasta el año pasado (último dato disponible), de los cuales 1.656 tienen más de 18 años y se encuentran cobrando la asignación económica equivalente al 80 por ciento del salario mínimo vital y móvil.
En suelo entrerriano: Programa Andando
En Entre Ríos, el PAE se enmarca en el “Programa Andando” del Copnaf, que busca acompañar el proyecto de vida autónomo y sustentable para adolescentes en situación de vulnerabilidad social.
Para la prestación PAE se exige la permanencia en un dispositivo de cuidado formal durante al menos 6 meses y la declaración judicial de adoptabilidad o el dictamen de carencia de cuidados parentales.
140 activos
Según indicó el programa “Cuestión de Fondo” (Canal 9 Litoral), actualmente en Entre Ríos hay 140 jóvenes de 24 localidades que son beneficiarios del PAE. Si bien nuestra provincia firmó el convenio con la Nación en 2018, fue recién a partir de julio de 2019 cuando se concretó la primera incorporación de beneficiarios al programa.
Desde esa fecha, se incluyeron 160 adolescentes y jóvenes entrerrianos. Sin embargo, a partir de ese momento y hasta la actualidad, algunos renunciaron y otros cumplieron 22 años y no siguieron estudiando. En total, fueron 20 los jóvenes a quienes se les dio de baja.
Cabe aclarar que el número de 140 beneficiarios no es fijo ni inmóvil. Es una cifra que varía mes a mes, según se generen nuevas altas o bajas.
Actualmente hay 184 adolescentes y jóvenes entrerriano entre 13 y 17 años que permanecen en Residencias y dispositivos similares del Copnaf. Sin embargo, algunos no superan los seis meses en dichas instituciones (ese es el plazo mínimo para adherirse al programa). Otros jóvenes, además, están en pleno proceso de revinculación familiar por lo que tampoco reúnen los requisitos para adherirse al PAE.
Lo que dice la ley y la realidad
Trabajadores del Copnaf reconocieron que, si bien la implementación del PAE se viene concretando desde hace ya un buen tiempo, marcaron algunas observaciones no menores en torno a su puesta en práctica y los consiguientes resultados.
“Como suele suceder con muchos de estos programas, su implementación en la práctica es muy diferente a lo que aspira, pretende y busca la ley”, señalaron al programa CdF.
Y enumeran algunos de los factores que influyen lógicamente en la problemática: Burocracia, escasez de recursos y falta de personal para realizar un acompañamiento personalizado en cada una de las etapas.