
Ará Yeví abrió la octava noche y despidió febrero a todo carnaval. Ahora se vienen tres presentaciones intensas para el feriado largo previsto para el 1º, 2 y 3 de marzo.
Por Nahuel Maciel
(Desde Gualeguaychú)
La octava noche del Carnaval del País (la última de febrero) se vivió a pleno en el Corsódromo “José Luis Gestro” de Gualeguaychú y fue presenciada –según los organizadores- por 23 mil espectadores, que disfrutaron del mayor espectáculo a cielo abierto que se vive durante el verano en la Argentina. A las 21:54, la voz oficial del Corsódromo, Silvio Solari, dio el saludo de bienvenida y detalló el orden de salida para el desfile. En primer lugar lo hizo Ará Yeví́, la comparsa del Club Tiro Federal, que presenta “Endiablada”; luego fue el turno de Papelitos del Club Juventud Unida, con su tema “Iguales”; en tercer lugar, desfiló Marí Marí del Club Central Entrerriano, que presenta “Ítaca” y cerró la noche Kamarr del Club Sirio Libanés, que propone “Eclipsia”.
La particularidad de esta octava noche fue que desfiló la nueva Reina del Carnaval, Sofía Funes, quien fue coronada el viernes junto a Lucas Shapiro y Lorena Sánchez como mejor Portabandera; “Los Pibes” como la mejor batucada –dirigida por Esteban Martín Piaggio- y Candela Gómez como mejor pasista, todos pertenecientes a la comparsa Papelitos. A pesar de este logro, hay que señalar que los puntajes que marcan la diferencia –y por eso el final está abierto para cada una de las cuatro comparsas- son los rubros carrozas, vestuario, alegría carnavalera o desplazamiento y la banda musical. Por eso una vieja enseñanza carnavalera aconseja no celebrar antes de la última noche. Porque por lo general, en los últimos 25 años, siempre salió campeona aquella comparsa que no tuvo premios individuales en la noche de coronación de reina.
Entre el público que disfrutó el paso de las comparsas, se encontró el diseñador y actor Roberto Piazza -que cumple 50 años con la moda- quien llegó al Corsódromo junto a su marido, al igual que la periodista y panelista Fernanda Iglesias. También disfrutó del carnaval el influencer y “tiktoker” Juani Delca, quien alentó el desfile junto a su familia. Tal como sucediera en la mayoría de las noches, salvo algunas excepciones, hubo una marcada ausencia de referentes políticos de la provincia, que siempre eran invitados por los gobernantes de turno.
Hasta ahora han presenciado al Carnaval en el Corsódromo 159 mil personas, reflejando que es la propuesta artística más convocante y que por esa misma razón es considerada la nave insignia de la temporada de verano en la ciudad y en la provincia. La otra particularidad de la octava noche es que se comprobó –una vez más- que la magia del Carnaval disipa las tormentas y una vez más hizo vivir aquella sabia frase popular: “Al mal tiempo, buena cara”.
Ará Yeví: “Endiablada”
Minutos antes de las 22, la comparsa “Ará Yeví” irrumpió en la pasarela del Corsódromo, y el aire se cargó de una energía mística que parecía venir de otra dimensión. “Está encendida Ará Yeví / y eso se siente. Viene a buscar la copa pisando fuerte”, entona esta comparsa y el público –sin excepción- se suma en coro casi como una expresión de deseo. En esta edición, la comparsa del Club Tiro Federal se adentra en las profundidades de la mitología andina con “Endiablada”, un relato que fusiona lo terrenal y lo divino, lo festivo y lo ancestral.
Lo que cautiva de manera sobresaliente en esta puesta en escena es la escenografía lumínica que acompaña cada paso de la comparsa. La iluminación, casi como un personaje más, se convierte en un lenguaje silencioso, un idioma secreto que comunica sin palabras. Cada paso de la comparsa es seguido por un resplandor que parece surgir de las entrañas mismas de la noche, como si las luces de fuego narraran secretos ancestrales.
La pasarela se transforma en un universo paralelo, donde cada detalle -desde las carrozas diseñadas por Adrián Ghiglia y Emanuel Pérez hasta la coreografía de Fernanda Marchesini- cobra vida propia. Hay que detenerse en las carrozas, porque cada una de ellas ofrece un abanico de expresiones, movimientos y una estética coherente con la temática. A diferencia de otras, sus carrozas iluminan sin enceguecer.
El desplazamiento es otro logro y está muy bien equilibrado y “aceitado” con las coreografías y el vestuario. Ejemplo de ello es el desplazamiento de Dalila Cepeda, la reina de la comparsa, que camina como si portara el espíritu mismo de los Andes y del Litoral. Mientras Camila Carro, la pasista, deslumbra con movimientos que parecen invocar al viento que recorre los cerros y los ríos serpenteantes. Y el ballet de las sembradoras sea tal vez uno de los mejores de todo el Carnaval de este año: por vestuario, por gracia, por movimientos sincronizados y por sostener siempre el ritmo, convirtiendo a la danza misma como el portal para vincularse con las tribunas. La banda “Alma Carnavalera”, dirigida por “Titi” Pauletti y Belén Greco, se convierte en un torrente sonoro que guía al espectador desde el éxtasis de la diablada hasta la revelación final: un llamado a celebrar y proteger el legado de la Pachamama.
Así como se señaló que las carrozas se alzan como portales entre mundos, los ritmos de la batucada de Leo Stefani y las coreografías de Fernanda Marchesini sumergen al público en un hechizo colectivo. Cada detalle de la puesta en escena -concebida por Lino López y sostenida por la impecable coordinación de Fabián Dumucet-, hace que “Ará Yeví” trascienda la simple fiesta y ofrezca una reflexión poética: el carnaval no es solo un espectáculo, sino un ritual eterno que recuerda la conexión con la tierra y sus misterios. Así, “Endiablada” no solo ilumina la pasarela con sus destellos, sino que con el diseño de sus carrozas inspira en cada espectador una semilla de conciencia y gratitud hacia el espíritu de la Madre Tierra.
Su escenografía sonora –un sello inconfundible de “Titi” Pauletti y Belén Grecco- invita con sus huaynos y carnavalitos a encontrar la celebración de la alegría a través del arte. Y las gradas devuelven esa creatividad en aplausos interminables que se convierten en una gratificante ovación.
Papelitos: “Iguales”
Cuando el reloj marcó las 23:05, pisó la pasarela “Papelitos” (Club Juventud Unida), con su tema “Iguales”, que refleja un mundo dividido donde los Puros y los Olvidados coexisten entre la fantasía y la opresión. Bajo la dirección de Juane Villagra, la comparsa despliega una danza de lucha, resistencia y esperanza, donde la protagonista, Candella, un hada que aspira a ser bailarina, se enfrenta a un destino que le es negado. La noche del Corso de la Alegría, sin embargo, le ofrece su única oportunidad de brillar, en un espacio donde los Olvidados celebran sin ser juzgados. El animador de la comparsa, el exfuncionario provincial urribarrista, Martín Fernández, resaltó todo el trayecto los premios logrados en la noche anterior por Papelitos y a la vez iba vaticinando un nuevo campeonato.
Los principales actores, entre ellos la flamante reina del Carnaval del País 2025 Sofía Funes y la pasista Candela Gómez, transforman cada movimiento en un símbolo de lucha. El vestuario de Raulo Galarraga y el maquillaje de Florencia Leuze dan vida a criaturas mitológicas, mientras que la música de la Banda Furia del Oeste impregna el aire de emoción. Las carrozas de esta comparsa son esculturas en movimiento, aunque anoche el primer carro (el que empuja la vaca) esta vez no movió sus patas, un efecto que al estar ausente le restó. La batucada de Martín Esteban Piaggio volvió a brillar. No obstante, habría que ver si no es momento para que el exintendente -como todo el grupo- transiten la pasarela de la innovación. Ser original no es una extravagancia sino volver a un origen, a una fuente pero renovado. Ese es el sello creativo de Carnaval. Trabajar sobre nuevas ideas -e incluso técnicas- implica renovarse, es decir, revivir.
Por otro lado, si bien Papelitos tiene una buena coreografía, anoche –tal vez el entusiasmo o el cansancio- no brilló como otras oportunidades y fue notorio incluso su falta de equilibrio y coordinación. No obstante, la tricampeona tiene talento, se caracteriza por su disciplina y esfuerzo y le quedan tres presentaciones para continuar mejorando.
Marí Marí: “Ítaca”
Con “Ítaca”, Marí Marí, la emblemática comparsa del Club Central Entrerriano, invita a emprender una travesía épica que trasciende el tiempo y el espacio. Bajo la dirección de Facundo Lucardi, el Corsódromo se convierte en un océano de colores y emociones, donde la historia de Ulises, inspirada en la Ilíada de Homero, se presenta desde una mirada contemporánea. El enfoque no está en los laureles del héroe, sino en las tribulaciones que forjan el espíritu humano, y un relato que enseña que no hay destino sin aprendizaje ni amor que no transforme.
Cuando el reloj marcó las 00:16 se escuchó el clásico: “Gualeguaychú se viste de fiesta / el Corsódromo se pone de pie / ingresa la Aplanadora de Central: Marí Marí” y todo lo que vino después fue celebrar la alegría, acompañar de manera permanente con ovaciones y muchos momentos hacer sentir que todo el Corsódromo es “del Gallo”.
El vestuario de Nicolás Collazo fusiona la mitología clásica con la exuberancia del carnaval, transformando el Corsódromo en una travesía onírica. Felicitas Fouce, reina de esta odisea, deslumbra con su gracia, mientras la batucada “Batería Aplanadora”, dirigida por Mauro “Rana” Andrada, y la pasista Rosario Sánchez, encarnan el ímpetu heroico de quienes buscan su esencia a través del arte. La sincronización y la originalidad de su actuación marcan un hito en el carnaval, reviviendo las fuentes de la tradición: la que la llevó a ser la más ganadora de la historia. Marí Marí anoche tuvo su mejor presentación en este 2025 y para muchos tuvo el brillo de sus mejores épocas.
Lo otro que destaca de manera deslumbrante son sus carrozas –responsabilidad de Meke Arakaki-, especialmente la embarcación onírica, que navega entre tempestades para acentuar que la travesía es tan o más importante que el propio destino.
Lo otro que resaltó anoche fue el maquillaje de Leticia Nazzar, que transforma los rostros en mapas de aventuras. Marí Marí late al ritmo de la banda “Toque de Samba” dirigida por el maestro Martín Irigoyen. En varios pasajes invitaron al público a cantar a capela. Fue una experiencia inolvidable para las casi 23 mil personas en el Corsódromo y su respuesta fue coronada con ovaciones que bajaban de las gradas para habitar el alma de cada carnavalero.
Marí Marí comparte un mensaje tan propio como universal: lo importante no es solo el destino, sino el viaje y las lecciones que deja. Así recuerda que el carnaval -en su esencia- es una odisea compartida, donde cada paso, cada nota y cada mirada acerca a cada espectador a su propia “Ítaca”.
Kamarr: “Eclipsia”
Kamarr, la comparsa del Club Sirio Libanés, presenta “Eclipsia”, una travesía simbólica sobre la lucha interna del ser humano. Esta propuesta hizo su aparición cuando el reloj marcó las 1:20. Entonces, los dirigidos por Leandro Rosviar, hicieron su aparición en la pasarela con una puesta en escena que enfrenta a los Lobos Negros (encarnación de las pasiones oscuras), con los Lobos Blancos (que representan la bondad y la paz). En el centro de este conflicto aparece una sombra creada por la avaricia humana que amenaza con devorar la luz, pero el mensaje es claro: solo el amor puede restaurar el equilibrio.
Kamarr no es solo danza, sino una experiencia sensorial que invita a reflexionar sobre la lucha interna de elegir el camino de la bondad. La reina Agustina García, como una deidad entre el caos, y Daiana Delgui, como pasista, encarnan la batalla interior de cada ser humano. La batucada “Caravana de Carnaval” transporta a los espectadores a senderos que permiten salir de la oscuridad hacia el renacimiento.
El vestuario de Evaristo Ayala y Celeste Airala convierte a los artistas en ecos del universo dual, y las banderas, llevadas con elegancia por Yamila Brusca y el “Colo” Lescano, se alzan como símbolos de resistencia. La batucada de Fabián Iturburúa marca el ritmo de esta batalla entre la luz y la sombra.
“Kamarr” es un recordatorio de que la verdadera victoria no está en la supremacía de uno sobre el otro, sino en el equilibrio, en la luz que siempre regresa tras la sombra. Al final de la noche, su samba jubilosa fue recibida con júbilo, demostrando que el carnaval no solo celebra la vida, sino que ilumina los desafíos del alma.
El legado de los clubes de Gualeguaychú
Gualeguaychú goza de una gran riqueza en materia de construcción de comunidad que aportan los clubes que forman parte del Carnaval del País. Ellos son un fecundo recurso para la construcción de la identidad cultural y social de la ciudad, y desempeñan un papel destacado en el desarrollo de un espectáculo que la nave insignia de la temporada de verano, pero que trasciende todo calendario porque es de permanente crecimiento para la vida comunitaria. Las instituciones como el Sirio Libanés, los clubes como Central Entrerriano, el Juventud Unida, Tiro Federal y Pescadores no solo se destacan por su contribución deportiva, sino por su fuerte vinculación con la educación en todos sus niveles y la cultura local y regional.
El club Tiro Federal, con su comparsa Ará Yeví, ha tenido un impacto significativo al rescatar y reinterpretar las tradiciones del carnaval del Norte argentino, particularmente a través de la figura de la “Endiablada”. La propuesta del Tiro Federal invita a reflexionar sobre la conexión entre lo humano, lo espiritual y la naturaleza, ofreciendo un espacio de encuentro para todas las culturas y reflejando la pluralidad que caracteriza a Gualeguaychú.
El club Juventud Unida, con su comparsa Papelitos, también ha sido un actor crucial en la reivindicación de la inclusión y la diversidad. La temática “Iguales”, interpela socialmente a las barreras que separan a las personas, proponiendo un mensaje de unión y esperanza. La comparsa no solo refleja los valores de justicia e igualdad que identifican a Gualeguaychú, sino que se convierte en un llamado a la reflexión sobre las diferencias sociales y culturales, promoviendo una sociedad más equitativa.
Marí Marí del Club Central Entrerriano, por su parte, tiene un profundo vínculo con la historia ferroviaria de la región, un elemento clave en la configuración de Gualeguaychú. Su comparsa, que en este 2025 propone un viaje de introspección a través de la figura de Ulises y su conexión con la mítica “Ítaca”, refleja no solo el legado histórico del club, sino también la capacidad de la comunidad de reinterpretar el pasado para enfrentar los retos del presente. A través de esta propuesta, Central Entrerriano reafirma su compromiso con el patrimonio cultural local, rescatando mitos universales y vinculándolos con la experiencia humana colectiva.
El “Sirio Libanés” ha jugado un rol esencial en la fusión de las tradiciones inmigrantes y la cultura nacional. Con su comparsa Kamarr, esta institución ha destacado por su capacidad para transmitir la riqueza cultural del pueblo sirio-libanés y su influencia en la historia de Gualeguaychú. Su aporte ha sido fundamental para enriquecer el Carnaval del País con una propuesta que fusiona la mística y la tradición oriental con el ritmo y la alegría de la fiesta. A través de sus espectáculos, Kamarr no solo celebra las raíces de su comunidad, sino que invita a la reflexión sobre las dualidades del alma humana, como la luz y la oscuridad, y la búsqueda de equilibrio. Este tipo de representaciones fortalece la identidad local al poner en valor las diferentes culturas que han conformado la ciudad.
En conjunto, estos clubes –junto a Pescadores- no solo contribuyen a la identidad cultural de Gualeguaychú a través de sus comparsas, sino que, al hacerlo, celebran la diversidad, la inclusión, la reflexión histórica y el compromiso con el futuro. Son auténticos agentes de cambios que -a través del arte y la cultura- mantienen viva la esencia de la ciudad, mientras proyectan su riqueza hacia nuevas generaciones.
Para revivir la octava noche