
Por José Carlos Elinson (*)
Recién me entero, debo confesar que lo ignoraba, y no es que me extrañe, a esta altura de los acontecimientos la impericia es lo más parecido a un baluarte sin valor. Hablando hace minutos con un destacado funcionario de la nueva camada, pero con un manejo de la realidad política de la Provincia, donde su nombre es sinónimo de militancia y compromiso, me despabilo respecto de que la UDAI Paraná de Anses, tiene su centro operativo en Santa Fe.
Haciendo un paréntesis, las noticias de hoy daban cuenta que el ex gobernador Jorge Busti ha impulsado una campaña tendiente a recuperar los restos de José Francisco Ramírez Jordán desaparecidos aquel 10 de junio de 1821; día de su muerte, mutilación y e ignorancia del destino de lo que fue el Supremo.
Acompañame a pensar la historia. En 1821, se nos impide a los entrerrianos despedir cristianamente los restos del por entonces más importante emblema de la entrerrianía combativa y federal por la causa romántica y suprema de la libertad.
Y en un salto de doscientos años los primos hermanos de la orilla de enfrente continúan manejándonos las decisiones políticas que afectan, sin dudas el equilibrio institucional de la provincia.
No vendría mal reclamar espacios que por derecho propio nos corresponden.
Pero nada de esto es para entrar en litigios con los primos, el problema es la cabeza, no aquella que ese mismo día le fuera separada del cuerpo a Ramírez para ser entregada como trofeo al Brigadier Estanislao López y exhibida en el campanario de una iglesia santafesina como testimonio del poder logrado entre Buenos Aires y un par de provincias que se plegaron a la traición irracional. Hablo de la cabeza que a esta altura del siglo XX decide per se la suerte o desgracia de las provincias que en nombre de un federalismo chatarrero y promiscuo define la política del país.
Pero volvamos a la razón original de estas líneas: en el marco de un pseudofederalismo desconcertante –así lo hubieran pensado, creo, Jean Jacques Russeau y Mariano Moreno entre otros-, no es comprensible que un estado provincial prevalezca por encima de otro si es que nos rige la igualdad ante la ley; y desde la praxis, que el trámite que se realiza cotidianamente entre una oficina y otra, sea reemplazado por utilizar la Ruta 168 y luego el túnel subfluvial para retomar luego por el mismo camino, resulta como mínimo, inconsistente. Si te vas a la librería de la esquina el mandado es más rápido y le economizas al final del mes unos cuantos pesos al Estado.
Es un lugar común aquello de que el sentido común, precisamente, es el menos común de los sentidos, pero si es cierto que lo que abunda no daña, no vendría mal empezar a tenerlo un poco más en cuenta.
(*) Especial para ANALISIS.