Toda elección deja vencedores y vencidos. Los derrotados de hoy, con lo que ello implica, gobiernan preparando su retirada, en tanto que los ganadores también tienen sus desafíos frente a sí. En primer lugar, prepararse para gestionar en medio de una sociedad con mayores exigencias seguramente y con el complejo emprendimiento de dar cabida a una multitud de postulantes expectantes por ser protagonistas del nuevo tiempo. El 10 de diciembre es la hora del recambio. En ese momento cesarán en sus mandatos cuatro diputados nacionales, tres senadores nacionales, el gobernador y el vice, 45 legisladores provinciales, los actuales intendentes, concejales y presidentes de juntas de gobierno que no fueron reelectos, ramilletes de funcionarios y la multitud de asesores de turno. Y se viene, como es de prever, el desembarco de la infantería que ganó la elección el 18 de marzo. En una de sus primeras declaraciones públicas el gobernador electo, Sergio Urribarri, dejó en claro que en su gestión no habrá lugar para todos: “los atorrantes” quedarán afuera, aseguró, y ello preocupa fundamentalmente a los que se encolumnaron con Julio Solanas y con el arquitecto del proyecto, el senador provincial Hugo Berthet. Pero también hay bustistas con destino incierto que sin embargo prevén un futuro más alentador.