Ricardo Gabriel Giménez tenía 29 años. Era el menor de tres hermanos, pero a diferencia de ellos, llevaba el apellido materno porque su padre había fallecido unos meses antes de su nacimiento. Desde hacía una década trabajaba como periodista del semanario El Actual, en la localidad bonaerense de Escobar, donde escribía notas sobre la mujer, y era militante de la Juventud Peronista ligada a la Tendencia Revolucionaria. El 7 de enero de 1976 fue secuestrado de la casa de una tía: “Negro, te venimos a buscar”, escuchó de una voz que sonaba amistosa, mientras un hombre le apoyaba una mano en el hombro. Era petisito, de barbita y chueco, y estaba acompañado por ocho individuos y otros tantos fusiles FAL. Nunca más volvieron a verlo con vida. Los sicarios violaron a su tía, amenazaron de muerte a su tío y robaron algunas cosas. Ricardo apareció muerto en la ruta 4, sin manos ni pies, y fue enterrado en una fosa común del cementerio de Campana.