Dos cascanueces al final

Quizás usted no lo sepa pero Pyotr Tchaikovsky ha estado muy presente en nuestras vidas. Ciertamente en alguna que otra boda puede usted haber bailado alguno de sus valses, aunque no tienen tanta presencia como los de Johann Strauss. De todos modos, le garantizo que alguna vez oyó alguna de las melodías de El Lago de los Cisnes, o tarareó algún acorde del Vals de las Flores de “El cascanueces”, o recuerda alguna escena de película navideña donde suene de fondo la Danza del Hada de Azúcar. Si no me cree vaya a Youtube, yo sé lo que le digo. Tchaikovsky está en nuestras mentes, lo sepamos o no: forma parte de una estructura subconsciente, de un entramado que es la cultura occidental. Esa música está en nosotros y cuando la reconocemos la dotamos de significado; cuando podemos explicar que forma parte de una obra de ballet, de un cuento de hadas llevado a la danza clásica, podemos alcanzar un grado más de conocimiento y de goce estético. Estoy seguro de que éste es uno de los motivos por el cual la Escuela Municipal de Danza y el Ballet Estable de Paraná han decidido llevar “El cascanueces” a escena en la función de fin de año: cualquier persona que nunca haya visto la obra o que tampoco sepa de qué se trata sí o sí será alcanzada, de manera inconsciente al menos, por alguno de los acordes de Tchaikovsky corporizados en cuadros narrativos del ballet sobre el escenario del Teatro 3 de Febrero. Ése es uno de los motivos, el segundo es porque hay pocas obras de ballet que permitan la participación masiva de bailarines y bailarinas, y los diversos cursos y talleres de la escuela suman 500 personas que amoldan su cuerpo bajo la disciplina rigurosa del ballet. Todas esas personas van a estar en escena, en dos funciones consecutivas, este jueves 30, en el coliseo mayor de la capital entrerriana.