“Un médico por ahí”, reclamaba el doctor Raúl Alfonsín durante sus actos de campaña electoral en 1983 y arrancaba el aplauso de los asistentes. Hoy, con vida, el ex Presidente pediría más de uno para entrar al sanatorio del radicalismo entrerriano que repleto de heridos está. Aunque lo disimulen con entonado frenesí victorioso, la mayoría de los postulantes radicales ya se prepara para enfrentar una segura derrota electoral el próximo 23 de octubre. Como consecuencia del tsunami que proveen que se avecina, buscarán despegarse del efecto nacional, incluso provincial, y apenas dar pelea mano a mano desde el pago chico. La destitución de la candidatura a diputado provincial del concordiense Alberto Rotman y el aborto de la conjura que iba por la cabeza de Lisandro Viale puso una vez más de manifiesto las miserias del radicalismo, que sigue sin encontrar contacto con la sociedad. Lo que dicen en voz alta es realmente incongruente con lo que sostienen por lo bajo. En minutos toda la expectativa electoral de la UCR quedó reducida prácticamente a cenizas, eso significa: cosechar como seguro un diputado nacional, alguna que otra intendencia, un lote de siete u ocho diputados provinciales, dar peleas relativas en las senadurías provinciales y gritar victoria con alguna sorpresa. Una vez más, el centenario partido se prepara para enfrentar la epidemia que lo asola.