Tiempos pasados en los que los compañeros elegían candidatos peronistas, los correligionarios a los radicales y los sectores progresistas bramaban con el discurso de la derecha y todos se llamaban por su nombre. Tal vez aquello era parte de la política vieja, donde paradójica y patéticamente muchos protagonistas se quieren exculpar de sus historietas de entonces poniendo a la sombra a otros “muchos” de aquellos amigos de correrías a los que hoy con sana y oportuna indulgencia olvidaron en el camino. Extrañamente, a medida que pasan los años cada vez hay menos gente que votó a Alfonsín, Menem, De la Rúa y seguramente también le pasará a la escudería Kirchner en el futuro. Pero ahora, la confusión frente a las elecciones presidenciales... El nuevo peronismo se arma con la kirchnerista Cristina y un radical. Lavagna amó a Duhalde y Kirchner y hoy se subió al vagón de los radicales, que “por suerte” no tenían candidato propio. De San Luis bajó el Alberto, de la mano de el Adolfo y de la mano del Carlos riojano. Y Lilita, que dejó el radicalismo, que dejó el ARI, que arma y desarma, finalmente corrió sus cruces y entró hasta el socialismo, fijate. Sobisch, con un cadáver a cuestas, recorre el país 100 por ciento preparado y el Buldog de la ex Alianza ya no ladra. Argentina rara esta, ¿no?