El mayor desafío del justicialismo entrerriano es superar los efectos de la nacionalización de la campaña, cuyo recorrido finaliza en la elección de este domingo convocada para elegir cinco diputados nacionales. Condicionado por las circunstancias aunque también mostrándose convencido, el gobernador Sergio Urribarri aceptó el desafío y jugó a pleno a favor de los Kirchner. Sabe que esa decisión también plebiscita su gestión y la de todos los intendentes que se sumaron a la gesta. El bustismo, en cambio, se puso la campaña al hombro pero fue más sutil en el apoyo a los K. El PJ arriesga tres bancas, la UCR una y todos van por la que deja el moribundo Nuevo Espacio. Más por rebote de lo nacional que por mérito propio, el Pro aparece, de un modo sorpresivo, terciando por la quinta banca, aunque tampoco se descarta el PS en esta disputa. Los pronósticos muestran a un peronismo triunfante pero perdiendo votos en relación con su media histórica y a un radicalismo resucitando desde la contención del descontento generalizado. Extrañamente, para esta elección, los principales candidatos perdieron protagonismo y quedaron definitivamente colgados de las circunstancias. Quienes más arriesgan en esta apuesta electoral, además del gobernador son: Busti, Guastavino, intendentes como Halle, Bordet, Bahillo y Bisogni por el oficialismo, el chacarero De Ángeli por su tremendo rol opositor a los K y Cusinato, Vera y Varisco retemplados como para volver a bucear candidaturas radicales en 2011.