La sorpresiva muerte de Néstor Kirchner logró lo imposible: cerrar la boca de la oposición y desorientarla en un primer momento. Por el contrario, el oficialismo reaccionó rápidamente: salió a tomar la calle para evitar el desbande de la tropa, y lo consiguió. El efecto duelo duró más en los opositores que en la propia familia K. Pegarle a la Presidenta y anidar la idea de que con Néstor en vida muchas cosas de tinte negativo no estarían sucediendo, parece ser el rumbo del nuevo discurso opositor. Hacer notar con fuerza, entonces, que el dueño del mapa no está y eso es síntoma de seguro fracaso. En Entre Ríos el escenario se dibujó de un modo similar. Los radicales a veces no están y otras veces hacen como que no están, mientras que Busti se recogió en la meditación profunda durante varios días. Cuando apareció ante la opinión pública, fue para decir que zaraza, todo sigue como entonces porque la persona no era el problema sino el proyecto. Así que, mientras todos tejían candidaturas y enunciaciones políticas fantásticas, Paraná se convertía en la Capital nacional de la desocupación y con indicadores educativos paupérrimos. Quizás habrá que convencerse de que tenemos dos provincias en una: por un lado la mágica y por el otro, la que muestra la realidad escondida bajo el manto del exitismo oficial.