Días de furia

Unidos en la diversidad o abrazados, Urribarri y Busti corren el mismo riesgo de llevar al justicialismo al ocaso electoral en el 2011. Con los K como eje sustantivo de discordia, profundizan la disputa del botín minoritario que les dejó como saldo la elección del 28 de junio de 2009. Por fuera o por dentro del partido, el justicialismo no tiene como promedio histórico más allá del 45 por ciento de los sufragios, mientras que el voto oscilante no supera el 10 por ciento. El gobernador apuesta fuerte a la obras públicas, a cuenta de la plata de los Kirchner; sin embargo no puede domar los indicadores sociales. Busti tiene la llave para definir la fecha de elecciones y debe salir a buscar candidatos de cualquier pelaje con el libro de pases abierto esperando arrepentidos. La interna peronista florece en los medios a cada instante, chorreando desperdicios y cargada de desprecios a la usanza de la despiadada lógica de los K: amigos o enemigos, así de simple y así de violenta. Si ése es el rumbo imperante, la interna peronista que se viene ya tiene un lugar ganado en el infierno.