La mayor responsabilidad frente a las demandas de la coyuntura recae sobre los oficialismos. Es así en todos los niveles del Estado, nacional, provincial y municipal. Si los máximos responsables no aciertan el rumbo, independientemente de su origen, serán (son) objeto de reproche, sobre todo desde el circunstancial adversario político. Es que, para llamar la atención -sin demasiado esfuerzo-buscando mover el amperímetro político sin riesgos, la crítica oportunista suele ser la herramienta usada con mayor frecuencia. Sirve por un rato. Pero, si no aparece -para sostener la idea en el tiempo y proponerse como alternativa- un programa que sea percibido como posible, el vacío de la diatriba termina por fortalecer al censurado.