“Nunca debimos haber guardado tanto tiempo este silencio”

Mariano Iturriza murió cuando tenía 29 años en la zona de Vicente López, según un escueto reporte de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), donde operaba la Escuela de Infantería (Campo de Mayo), por ese entonces a cargo del coronel José Horacio Ruiz. Había deambulado cuatro días y cuatro noches tratando escapar de lo que sabía le estaba por suceder. El 1º de marzo de 1977 lo mataron simulando un enfrentamiento. Fue el propio genocida de Ramón Camps quien llamó a su padre para restituir el cuerpo, ya que con él había tenido contacto cuando ambos tiraban esgrima en el Club Social de Paraná. A cambio de los restos de Mariano, la familia debió pagar con el más estricto silencio. Un silencio que se fue resquebrajando hasta permitir conocer la otra historia: la de un joven comprometido con la realidad del país y que fue muerto por pensar que otro país era posible.