Objeto de numerosas críticas y, al mismo tiempo, generadora de millones de fieles alrededor del mundo, la Iglesia Universal del Reino de Dios no deja de ser noticia por su particular funcionamiento. Además de contar con ceremonias insólitas -en apariencia sin una estructura fija- y con un gran despliegue de propaganda cual si fuera el shopping-center de una gran metrópoli, se caracteriza por una peculiar costumbre: el diezmo. Los pastores solicitan a sus seguidores el 10 por ciento de la remuneración que perciben mensualmente como muestra de fe y prometen por ello un progreso en todos los órdenes de la vida. Resulta impensable en estos tiempos no sólo que en nombre de Dios, Jesús y otros menesteres espirituales se exhorte a los fieles a donar parte de su salario sino que, además, aquellos acepten tal pedido y lo consideren una cuestión sumamente natural que no amerita cuestionamiento alguno. Sin embargo, esto es lo que ocurre. El uso del discurso y la oratoria de los pastores -que acompañan a un artilugio muy bien pensado y desarrollado por distintos actores de la organización- son vitales en el momento de la recaudación y hacen posible la proliferación de sedes. En la actualidad, Entre Ríos cuenta con seis –en las ciudades de Paraná, Concordia, La Paz, Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay- y en pocos meses habrá cinco templos más en toda la provincia.