Desocupado, remisero, vendedor de fiambres, empleado público, cesanteado por la Ley 9.235, militante justicialista, fugaz manager de boxeo. La trayectoria laboral de Fidel Ernesto Verón no escapa a las historias corrientes de un joven entrerriano de clase media, expuesta a los avatares de las crisis. Una medición de menciones en medios de comunicación ubicaría su nombre al tope de la lista esta semana. Es que Verón no dejó pasar la oportunidad de ventilar en noticieros televisivos y radiales la inversión millonaria que hizo en la empresa Remises Capital. Con más de 50 autos cero kilómetro dotados de sistemas computadorizados de chequeo mecánico, el flamante empresario y su socio han hallado dificultades para lograr la habilitación de su empresa de transporte en Paraná. El otro propietario, Patricio Isaurralde, es hijo de un abogado fallecido, que dejó un capital moderado, hoy inmovilizado por un juicio de sucesión. La transformación en solventes hombres de negocios de estos dos treintañeros despertó dudas y especulaciones en su ciudad de origen: Nogoyá. Verón aparece como “deudor irrecuperable” por un préstamo de 1.200 pesos que nunca pudo pagar. Pero hoy es dueño de una flota de autos junto a su socio. El meteórico ascenso hizo repasar el pasado político de los protagonistas de una historia de dineros que circulan sin dejar huellas en las bases oficiales, y en la supuesta vinculación que tienen con gente ligada a la venta de cigarrillos por fuera del circuito comercial habitual. Lo que sigue es la otra historia de Remises Capital.