“Mi nombre es Natividad Dominga Ayala de Almada”, comienza, la mujer que con su lengua atraviesa el corazón de quienes se congregan, en el mismísimo Puerto Sánchez que la atrapó con sus redes amorosas, para escucharla. Su nombre trae consigo la memoria de los ríos, los pescadores, guitarreros; sus padres, sus hijos de la sangre y del corazón, las plantas, los pájaros, esos que acompañaron con su canto la travesía fluvial que la trajo hasta acá y que evoca en un libro que se fue escribiendo -de manera casi natural-, durante largos años de su vida.