Las afirmaciones del senador provincial Hernán Vitulo, urribarrista, que acusó al diputado provincial José Jodor, bustista, de pagar 50 pesos por persona para recoger afiliaciones al peronismo federal, constituyen la aproximación más concreta de la retórica dirigencial al mundo de la política verdadera. La acusación, difícilmente comprobable, lanzada en el contexto de la gran externa que es la interna peronista, pega en un sitio sensible sobre todo para cierta clase media que dice deplorar el clientelismo, muchas veces sin reparar que mediante otros mecanismos el poder también procura comprarla, de a ratos con verdadero éxito. Pero el clientelismo suscita rechazos. Está mal visto. Es la mentira institucionalizada. Hablar mal de él es sembrar sobre tierra fértil, que bien predispuesta está la ciudadanía a escuchar razones que acrezcan su desaliento o su escepticismo. Por un billete se finge adhesión. La afirmación de Vitulo es concreta. Informa sobre las tarifas de los servicios políticos. En determinado plano, no importa si es cierta o no. Por un momento, los debates abstractos, indispensables, siempre al borde de aburrir al urgido, dejan lugar a la política real. Una afiliación, cincuenta pesos. ¿Por qué escandalizarse? ¿Por qué estigmatizar al vendedor, además, si la Presidenta de la Nación supo livianamente hablar de otras tarifas, las del Poder Judicial?