El alarido de traidor con el que se “adularon” urribarristas y bustistas cerró, por estas horas, el capítulo más estrepitoso de la interna peronista, el más grotesco de la zaga quizás. Y ahora, o viene el cese del fuego o el lenguaje de las cadenas. En Concordia se enciende el volcán pero no obstante, la lava que ruge, salpica y quema gran parte de los rincones del universo peronista. En todos lados de la provincia, gobiernan en público y trabajan en secreto las internas en forma paralela. Urribarri decidió ajusticiar el futuro político de Busti sobre todo por su despecho a los Kirchner y abrió La Salada justicialista con ofertas increíbles. Las circunstancias vistieron al actual diputado provincial con el mejor traje opositor y a la par sufre el desgarro de sus apóstoles de entonces. Sin embargo no habrá que perder de vista, por defecto o por virtud, que cuando más se lo empuja más se empaca. El peronismo doliente busca alternativas urgentes antes de caer en el desquicio. Para algunos, la interna dará sosiego a la disputa, otros, pretenden convertir al peronismo federal en partido político y dar la lucha desde allí, algunos pocos se ilusionan pensando en una tercera opción y, finalmente, están los que creen que la redención peronista comenzará a peregrinarse cuando uno de los dos decida buscar nuevos aires en la Nación y dejarle al otro el imperio de la provincia. Por ahora, solo reina el desconcierto y la fecha de elecciones, es la próxima disputa a la vista.