Para rendir un tributo a la Patagonia, escribió una vez el poeta Marcelo Berbel: “Seguimos siendo colonia de la gallina de arriba, federalismo mentira, desde que tengo memoria”. El compositor murió en abril de 2003, antes de que los Kirchner alcanzaran al poder. Doce años después, el federalismo sigue siendo mentira e incluso en mayor medida. La novedad es que el espacio gobernante, que profundizó la centralización política, se permite presentarse como enemigo de “la porteñidad”. Se trata, en fin, de la impunidad retórica que sólo es posible cuando los periodistas del poder omiten la repregunta. Si el federalismo es ficción, el proceso de selección de los candidatos luce a su vez viciado por una alteración de la lógica democrática: las listas se confeccionan desde arriba. Abajo, en el mejor de los casos, se puede decir que no. El debate se insinúa con el controvertido pegado de boletas, que divide a los kirchneristas locales en militantes de primera y de segunda. Para los oficialismos las boletas electorales no son la oferta a través de la cual se organiza el pueblo autónomo sino la oferta que el poder estatal le formula al pueblo. En Entre Ríos, Urribarri habló esta semana del fin de los “liderazgos indiscutibles”. ¿Se está curando en salud?