La insoportable mezquindad del César

Ante el advenimiento del Papa Francisco, las primeras reacciones del kirchnerismo militante –luego suavizadas por tibias emociones presidenciales y por los nuevos devotos del cura poco antes estigmatizado– expresaron una sugestiva desorientación política que deviene de su falta de grandeza. Como en otros terrenos, las ancestrales miserias de la Iglesia Católica le vienen al gobierno de perillas para insistir en la sistemática descalificación del desobediente. A los simpatizantes oficialistas les andan faltando espacios de discusión democrática y les sobran absurdas conductas estalinistas.