Las interpretaciones forzadas

Por razones estéticas, según explica el semiólogo Umberto Eco, hasta una mentira puede ser considerada creativa. Puede ser sinónimo de belleza. Para eso, es menester adentrarse en la racionalidad de los publicistas. Los publicistas que trabajan para los políticos se llaman propagandistas. Los propagandistas pueden ser periodistas. Pueden ser funcionarios. Pueden ser intelectuales. Todos ellos están unidos, entre otras cosas, por una barrera infranqueable: ninguno puede reconocer, al decir de Eco, que “el detergente para el que trabaja lava menos blanco que el del otro”. Es tiempo preelectoral. Militan a destajo los candidatos. Se esmeran los propagandistas. Se despliegan los aparatos. La reaparecida prensa militante contribuye desde su parcialidad. Es tiempo propicio para la distorsión. De la nada se construye realidad.